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El hombre masa se vuelve mecánico y, a la misma vez, pierde su alma gracias al reloj. Un instrumento pequeño que vulnera la existencia individual al homogenizar el tiempo cancelando la libertad. Todos a la misma hora y en el mismo canal. ¿A que hora te espero? ¿quedamos a tal hora? ¿a esa hora celebramos la navidad? Etcétera. Quien no cumple con la hora pactada es sancionado socialmente como “impuntual”, es decir, como una persona quien tiene poca credibilidad ante los demás. Ésta persona, que siempre llega tarde las reuniones, también pierde su individualidad al ser fusionado, en serie, dentro de la comunidad imaginada de los impuntuales. No importa la causa de su demora, impuntual es aquí y en la china. Todos los impuntuales son iguales.
Son culpables y cómplices, de la ausencia de libertad individual en el tiempo, el puntual como su contrario. Ambos firmaron su carta de renuncia a la imaginación, la creatividad y, sobre todo, a la casualidad. Por este motivo, señor puntualidad estoy en desacuerdo, radicalmente, con usted y con su otro lado (oscuro) de la misma moneda. No soy parte de su club de los relojes (incluyendo los atrasados y malogrados) que oscurece el tiempo a frías manejillas y números digitales. Para que me entienda, de una vez por todas, le hago explícito que usted debe tener en cuenta que lo más hermoso en esta vida son las casualidades del alma.
Los encuentros casuales fragmentan los férreos tiempos pactados que nos obligan a ser esclavos de la exactitud cotidiana. A manera de experiencia individual le cuento mi estimado señor anti-impuntualidad que si no fuera por las benditas casualidades jamás hubiese encontrado la mística de encontrarme con mi bella bienkeriente. Lo cual celebro con arco iris y girasoles. Ella grande de corazón abrió su corazón koraza hacia éste hijo del azar y las circunstancias. La casualidad nos junto, las manos empezaron con el dialogo que continuó en largos recorridos, bailes, cariños y besos.
Mostramos nuestros templos del alma a través del lenguaje para rebautizamos con nombres desparametrados que sólo nosotros podemos descifrar. Nombres sin sexos ni prejuicios. Incluyo la ironía y las joviales risas que no pasan desapercibidas por el ojo ajeno y familiar. Todo ello gracias a la casualidad sin receta secreta ni plan estratégico. Sólo espontaneidad, creatividad y esperanza. La casualidad no es mito sino realidad que eterniza los bellos momentos para luchar contra la eterna obligación de ser felices que es, dentro de la tipología de las emociones, el peor de los sufrimientos. Al igual que estar obligado a ser puntual y su obligada contrariedad.
La formula para desparametrar su vida, mi estimado señor de las puntualidades, es romper con los relojes que reprimen su ser. No le haga caso a la hora ajena. No haga pactos con el tiempo. No obligue al otro a sumergirse en su lógica temporal perversa. Evite la reproducción masiva y homogénea de personas puntuales e impuntuales. Por estas razones, levántese a la hora que quiera y ame a cualquier hora. Ofrezca una oportunidad, sólo una, a la casualidad del alma para dejarse llevar, sin señales de transito ni peajes, por los caminos cruzados de los almados libertarios. Verá que no se arrepentirá.
Espero su respuesta puntualmente,
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El anónimo del destiempo
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