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El Waro estaba escuchando sin querer queriendo una conferencia seudofilosófica en el Centro Cultural Ricardo Palma ubicado en el distrito pituco de Miraflores. Minutos antes él estaba caminando, meditabundo, por la avenida Larco cuando de repente unas jovencitas con unas amables sonrisas lo invitaron elegantemente al mencionado espacio culturoso.
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“El Sentido de la Vida”, era el título del evento, algo que le llamó poderosamente la atención porque estaba pasando un momento tenso en su calidad de desempleado ilustrado. Entonces, el Waro se animó como buen capricorniano a entrar porque la entrada era gratis y sospechaba que habría brindis de honor. Según el zodiaco de Hello Kitty las personas que nacieron bajo el mencionado signo tienen una ligera tendencia a la tacañería.
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El conferencista era el licenciado Gamaliel Márquez de nacionalidad venezolana. Escépticamente el Waro observó que esta persona tenía un estilo muy parecido al charlatán populista de Hugo Chavéz, pero sin uniforme ni boina militar. Y su ropa tenía el mismo estilo exitoso de Miguel Ángel Cornejo, pero sin el acento mexicano ni chistes malos. Era increíble que este personaje, totalmente desconocido para el Waro, tuviera una buena capacidad de convocatoria porque el auditorio estaba totalmente lleno. Quería conocer el secreto para llenar de gente sus propias conferencias porque siempre están medias vacías. Sobre el desborde popular del auditorio, él pensaba a manera de “hipótesis al paso” que las personas tenían mucha expectativa por encontrar los secretos de la vida. La segunda conjetura era que la gente quería trago gratis. Cada vez son más los camarones culturales.
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El conferencista veneco hablaba de la necesidad de conocerse a uno mismo y a los demás para comprender los misterios de la vida. La idea fuerza era que lo peor que le puede pasar a una persona es morir sin saber el secreto del sentido de la vida. Entonces era necesario saber sobre las leyes del universo como el Karma: ley de acción / reacción de vidas, muertes y reencarnaciones. Luego comenzó a decir grandes ideas filosóficas como: “has el bien mirando a quien”, “a caballo regalado mírale las caries”, “hoy por mí mañana se ve”, “más vale pájaro en mano que esté en la otra”, “lo que se hereda sí se hurta”, entre otros. El conferencista señaló que el secreto del sentido de la vida se puede conocer por medio del método científico-humanista comprendida en su propia religión que se denomina: “Los últimos días no serán los primeros”. Se había creado esta nueva institución espiritual a imagen y semejanza de las sectas evangélicas en que sí tienes dinero y una jugosa cuenta bancaria puedes estar más cerca a Dios. En temas religiosos el Waro se confesaba como un radical ateo, pero dando siempre las respectivas gracias a Dios.
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Cuando iba a concluir la conferencia el Waro siente que su asiento comienza a moverse. Lo primero que había pensado fue que una persona estaba moviendo con su pie el asiento. Entonces él volteó para saber quien era esa persona, pero se dio con la sorpresa que no se encontraba el supuesto sospechoso. En unos segundos todo el auditorio comenzó a moverse. El conferencista al principio pidió calma y tranquilidad al rebaño. Pero el temblor no paraba y estaba peor que el paro nacional de la CGTP donde no paró nada. La cosa se puso terrible y alguien gritó con mucho pánico: ¡terremoto! El primero en correr fue el conferencista quien dio un salto, misma gacela, cayendo sobre un par de ancianas que todavía no encontraban el sentido de sus vidas y la salida de emergencia. Luego este hipócrita personaje empujó a todas las personas que se encontraba en el camino, incluyendo a un par de ciegos, para salir raudamente antes que se caiga el auditorio. Finalmente, al no poder abrir el mar rojo, no le quedó otra que caminar sobre las cabezas de su público asistente donde muchos son los llamados y pocos los pisoteados. Ahora se había ampliado la dicha sagrada de ser pisoteados por el intermediario directo de Dios en la tierra petrolera. La última enseñanza que enunció el sabio conferencista caribeño fue: “sálvese quien pueda”.
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El Waro asumió e internalizó el conocimiento del maestro de la demagogia, quien parecía que había sido capacitado por los dirigentes del SUTEP en un taller en Huampaní. No es sorpresa saber que el wareado amigo fue el primero en salir del auditorio. La última vez que obtuvo un primer lugar fue cuando ingreso a la universidad decana de América, San Marcos, por medio de la combativa y heroica modalidad de la PRE-UNMS. Entró en primer puesto a la carrera de antropología, algo que lo enorgullecía y contaba a todo el mundo, pero lo que no decía era que en mencionada carrera él había sido el único postulante. Ahora como egresado por modalidad de tesis sigue demostrando cualidades de sobrevivencia al salir primero del culturoso auditorio. El segundo puesto, en salir, con medalla de plata, fue el conferencista llanero.
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En la avenida Larco el transito vehicular se había paralizado y los pitucos vecinos de Miraflores hacían memoria del coche bomba de Tarata. La cultura del miedo hegemonizaba las emociones colectivas. Pero en esta ocasión no eran los terrucos marxistas, leninistas y maoístas, sino un fuerte terremoto gradista de 7.9. El panorama era apocalíptico donde los edificios se movían como gelatinas y daban la sensación que se iban a caer. Faltaba Gotzila. En este espacio urbano se podía comprobar la teoría antropológica de Marc Auge cuando habla sobre la sobremodernidad: “El No Lugar”. En verdad todo era un no lugar porque no existía un lugar fijo donde quedarse.
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El detalle es que al costado del centro cultural hay un café de piernas, es decir, un espacio de bellas señoritas, atractivas, quienes siempre te invitan a pasar para tomar un café. Al menos eso dicen. Pero según algunos testimonios, mismo CVR, es otra cosa. Por esa razón, el mencionado café tenía la fama de ser el metro cuadrado prohibido de la avenida de la ciencia del bien y del mal. Muchos curiosos fueron desterrados de sus paradisíacos hogares porque llegaban de noche (a su respectiva casa) avergonzados, semidesnudos, cubiertos con unas hojas y sin billetera. Muchas veces decían, a manera de escusa cínica, que la culpa de todo es la serpiente, quien actualmente es alcalde de Miraflores y permite que existan esos locales dantescos.
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En pleno sismo las chicas salieron con mucho pánico con sus cortísimas minifaldas, largos tacos aguja y profundos "escotes ciudadanos": participativos, democráticos y transparentes. Ellas corrían, gritaban y pedían ayuda. El Waro no perdió tiempo y como buen machista cortes se acercó solidariamente a establecer la tranquilidad. Muchos son los llamados y bastantes los aprovechados. Pero antes tuvo que dar un par de cachetadas al conferencista para que no empeore la situación. También lo hizo por su pésima conferencia, porque no había brindis de honor y, especialmente, porque se parecía a Hugo Chávez. Por algo se puede entender el por qué después de cada cachetada al llanero, el Waro decía con un ligero acento de nobleza española: ¡Por qué no te callas!
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El terremoto había terminado lentamente. El Waro, a medida que dejaba de moverse la tierra, había tranquilizado a las chicas luego de haberles contado un par de chistes de Miguelito Barraza y del Gordo Casareto. Del pánico ellas pasaron a sonreír, tanto así que se tomaron una foto con él para el recuerdo dentro del local de la tentación. Luego le invitaron un vino seco y unos sensuales bailecitos de cortesía. Es necesario señalar que antes de la foto las chicas se habían cambiado de ropa a pedido del héroe urbano porque su mamá es muy celosa. Muchas veces entra a su Hi5 para ver quienes son sus nuevas amigas y otras por el estilo. Luego de proyectarse el flash sobre su rostro, el Waro en milésimas de segundos encontró el secreto del sentido de la vida y se quedó pensativo.
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Luego del vino, un ron y un par de chelas el Waro salió abrazado con sus amigas a la avenida Larco. El milagro se había cumplido y volvió a creer. Entonces él miro al sagrado cielo para enunciar: ¡Ahora sí Dios puedo morir en paz! mientras que el conferencista fanfarrón, quien había tomado las fotos y gorreado trago, ni corto ni perezoso también miró al cielo para decir: ¡Oye chico conchalevale que todo lo sabes, no seas injusto porque el secreto del sentido de la vida yo se lo conté!....Y luego de unos segundos empezó otro terremoto (divino) con diluvio incluido, pero sin Arca de Noé.
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